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Tabula Rasa

Todo comienza ahora

La Ceremonia del Té y la Quietud en la Vida Contemporánea

Miguel Soowa
15 de abril de 2025

La ceremonia del té japonesa es más que un ritual estético; es una práctica de atención plena, un espacio donde el tiempo parece detenerse y el ruido del mundo exterior se disuelve en la delicadeza de un gesto. El maestro del té Sen No Rikyu entendía que la sencillez de verter agua caliente en un cuenco podía transformar la mente, liberándola del peso de las preocupaciones. Este sonido, como el rumor del mar o el latido acelerado de una joven besando por primera vez, nos conecta con la esencia misma del presente.

La preparación del té, con su atención minuciosa a cada detalle —la temperatura del agua, la posición del cuenco, la manera en que se sostiene el chasen (batidor de bambú)—, es una invitación a estar en el ahora. En un mundo donde la velocidad y la distracción nos invaden, detenernos a observar cómo el agua cae sobre el polvo verde del matcha es un recordatorio de que la belleza se encuentra en la simplicidad.

Los pensamientos turbios que menciona Sen No Rikyu son como las preocupaciones diarias: el estrés del trabajo, las expectativas sociales, los conflictos internos. Sin embargo, al enfocarnos en la experiencia de la ceremonia del té, estos pensamientos se diluyen como el matcha al mezclarse con el agua caliente.

Hoy en día, muchas personas buscan refugio en prácticas que les ayuden a calmar la mente: la meditación, el yoga, incluso el acto de cocinar con atención plena. La ceremonia del té nos ofrece un modelo de cómo podemos encontrar estos momentos de claridad, calma y presencia en nuestra rutina diaria.

Tal como el agua cayendo en el cuenco, sonidos como el viento en los árboles o la lluvia golpeando suavemente la ventana pueden ser anclas al presente. En un mundo donde el ruido digital nos abruma, aprender a escuchar la naturaleza es una forma de meditación.

Experiencias como ir de la mano con una persona cercana, un beso o un abrazo, son instantes cotidianos que pueden pasar desapercibidos, pero donde se puede experimentar una entrega total al presente, de fusión con la experiencia sin anticipación ni juicio. El beso, una caricia, una mirada, son una oportunidad de vivir una emoción pura, una sensación que envuelve y despeja la mente, al igual que el agua que fluye en la ceremonia del té.

No es necesario practicar la ceremonia del té para experimentar su esencia. Al tomar un café por la mañana, al lavarnos las manos sintiendo el agua sobre la piel o al caminar sin prisas observando nuestro entorno, podemos encontrar ese mismo espacio de calma, presencia y plenitud de sentirnos vivos.

En última instancia, la enseñanza de Sen No Rikyu es un recordatorio de que la serenidad no está en eludir los pensamientos que nos incomodan, sino en sumergirse en la experiencia del presente a través de los órganos de los sentidos, permitiendo que la sencillez de un sonido, de un gesto, nos devuelva a la claridad de mente, a la serenidad y la presencia.

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