Te invito a que te tomes un momento para ser consciente de cómo es tu respiración ahora mismo. ¿Eres consciente de ella o estás atrapado en tus pensamientos? Tómate un momento para sentarte cómodamente y profundizar conscientemente en tu respiración, de manera que percibas cómo sube y baja tu pecho. ¿Puedes sentir la sensación del aire pasando por tus orificios nasales a medida que inspiras y espiras? Mantén tu atención en la respiración... Inspira suave, larga y lentamente. Asimila la plenitud de este momento exactamente tal y como es, siente cómo tu cuerpo está abierto para abrazar y acoger la vida. Y cuando te sientas completamente colmado, déjalo ir, suéltalo todo, vuelve a rendirlo todo a la corriente de la vida… Espira suave, larga y lentamente, y date permiso a ti mismo para relajarte profundamente en este momento tal y como es.
Puedes dedicar unos pocos minutos a hacer este ejercicio con los ojos cerrados, aunque también está bien hacerlo con los ojos abiertos a medida que vas leyendo. Ser consciente de la respiración en todo momento ―cuando estés comiendo, cuando estés bailando, o cuando simplemente estés sentado en calma― es la clave para estar presente. La respiración es el hilo común que atraviesa todo lo que haces, y también es un portal hacia el Ser.
Si eres consciente de la respiración mientras te ocupas de las tareas del día a día significa que estás anclado en la verdad infinita de tu naturaleza esencial mientras que, a la vez, sigues siendo capaz de manejarte por el mundo de las formas. Es algo que impregna la vida con la frescura de la libertad ilimitada y aporta ligereza a cada uno de tus pasos.
Y ahora me gustaría invitarte a profundizar aún un poco más. Vuelve a poner la atención en la respiración. Si notas alguna tensión en el cuerpo, concéntrate conscientemente en esa área y lleva la respiración profunda y suavemente hacia ella. Al hacerlo, suelta la tensión en la espiración. Sigue haciendo este ejercicio hasta que sientas que tu cuerpo está más relajado. Intenta ser consciente del intervalo que media entre la inspiración y la espiración; es una suave pausa en la que no sucede nada, en la que tan solo hay silencio. ¿Puedes sentirla? No pongas demasiado esfuerzo en ello, tan solo sé consciente de ella con ligereza. Es como si estuvieses descansando en una nube... Haz una pausa y, después, deja que tenga lugar la siguiente inspiración o espiración.
Puede que, a medida que continúes respirando conscientemente de este modo, tengas la sensación de que tu cuerpo se vuelve más ligero, o puede que sientas cómo una sutil energía vibrante va pasando a través de ti. Según te vayas relajando más profundamente, es posible que sientas que tus límites físicos se van disolviendo. Disfruta de esta sensación, respira suave y profundamente en ella. Se trata de la forma convirtiéndose en lo que no tiene forma... Estás entrando en la dimensión atemporal del espacio interno.
El aliento en su continuo ir y venir, la respiración en su constante subir y bajar; no tienes que hacer nada más que relajarte justo aquí, justo ahora. Penetra profundamente en este momento, en este espacio. Si alguna sensación física entra en el campo de tu conciencia, simplemente penetra más profundamente en ella y lleva la respiración hacia su interior. Puede que sientas que tu cuerpo se vuelve traslúcido o que se vuelve muy expansivo. Respira suave y profundamente en esta sensación y abandónate al espacio ilimitado del ahora. Simplemente déjate ir en la infinitud de tu propia naturaleza interna. Disfruta de la sensación de estar a la vez en todas partes y en ninguna; eres uno con todo lo que es. Permanece así durante unos cuantos minutos más.
Ahora, muy lentamente, ve poniendo de nuevo la atención en tus límites físicos, nota como la respiración hace que suba y baje tu pecho. Pon la atención en tu cuerpo, ya esté sentado, de pie o tumbado. Percibe la sensación del suelo que hay debajo de ti y la solidez de tu propio cuerpo. Y cuando estés listo, abre lentamente los ojos y aprecia los colores y las formas que te rodean. Ahora respira profundamente... Ya estás listo para ocuparte de los asuntos del día. Probablemente notarás que te sientes mucho más liviano durante todo el día y que las cosas fluyen de una manera más ligera y sencilla para ti. Recuerda que puedes realizar esta pequeña práctica reservando algún tiempo para ella y cerrando los ojos durante unos minutos, pero también puedes llevarla a cabo independientemente de dónde estés o de lo que estés haciendo. Siempre que tomas conciencia del espacio sin dimensiones que reside en tu interior creas una apertura en tu vida por la que puede entrar Dios. Y, provisto de una mayor presencia divina, puedes soltarlo todo y limitarte a confiar en la benevolencia de la vida.